MAPUCHES - Colección de Folklore de 1921
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MAPUCHES - Colección de Folklore de 1921
Aquí les dejo una publicación de Lof Digital. Puel Mapu
Como para ir rompiendo el hielo con nuestros originarios, y así publicando cuestiones que tengan que ver con los verdaderos dueños de estas tierras, en relación a lo que se puede debatir, aportar o abrir nuevos hilos.
En 1921 El Consejo Nacional de Educación convocó a los maestros de las escuelas primarias nacionales de la Ley Láinez (Ley nº 4874) instaladas en las provincias “para recoger el material disperso de prosa, verso y música que constituye el acervo del folklore argentino” con la intención de recabar aspectos de la cultura tradicional oral.
Siguiendo las instrucciones y normas suministradas por el Consejo, los maestros debían reunir en la forma más ordenada y fiel dicho material y remitirlos al Inspector Nacional del que dependiesen.
Se recomendaba explícitamente que la recolección no debía contener ningún elemento “exótico al suelo” como podían ser las canciones y leyendas europeas de reciente transplante a la Argentina como consecuencia de la gran oleada inmigratoria de principios del siglo XX”.
Las respuestas a esta convocatoria conforman varios volúmenes constituidos por manuscritos recopilados en escuelas de todo el territorio nacional. La Colección de Folklore fue catalogada entre 1925 y 1928 por el Instituto de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, bajo la dirección de Ricardo Rojas y es conservada por el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano desde septiembre de 1951.
En las carpetas correspondientes a la Patagonia, que en aquel momento eran Territorios Nacionales, solo algunos docentes de Chubut han recogido material correspondiente al Pueblo Mapuche. Presentamos aquí algunos de ellos datados entre 1921 y 1922.
Actualmente la totalidad de la colección se encuentra microfilmada, pudiendo ser consultada en la sede del Instituto: 3 de Febrero 1378 – Buenos Aires.
El Huecunruca
Huecunruca: Palabra araucana: significa “fuera de casa”. Le denominaban así a una ceremonia familiar, festiva, de los indios araucanos, hoy en desuso pero de obligada práctica en épocas anteriores, cuando está raza autóctona, libre de todo contacto con la civilización que la subyuga, oprime y la aniquila, imperaba todavía en estos aún hoy lejanos desiertos.
Cuando la joven india se encontraba por primera vez en el momento crítico en que la naturaleza la convertía en mujer, sonaba la hora de esta rara y festiva ceremonia. Para realizarla, se preparaba como a cien metros del ordinario, otro toldo mucho más grande dentro del cual se armaba con matras bordadas un pequeño toldito, con una capacidad suficiente apenas para dar cabida a la araucana doncella, único motivo de la fiesta.
El día anterior al de comienzo de la fiesta, todos los invitados, y sabedoras de ella se reunían en el toldo del padre de la festejada. Al siguiente día, a la salida del sol, era iniciada la fiesta. A esa hora, dos adolescentes indias, parientes de la doncella, sacaban a esta del toldo paterno tomándola una de cada mano y después de conducirla como cien metros mas o menos, del toldo grande preparado especialmente para la fiesta, y de allí, a todo correr, siempre de la mano, la traían y la encerraban dentro del toldito armado con bordadas matras. Allí la dejaban encerrada y custodiada por la madre y mujeres convidadas. Estas guardianas permanecían dentro del toldo grande.
La joven india no podía salir de su bordado encierro y si una necesidad imprescindible así se lo imponía lo hacia acompañada por dos o más de sus cuidadoras. Se la alimentaba lo menos posible, agua, mate y muy poca carne, esta última sin sal. Las mujeres cantaban dentro del toldo grande, donde los hombres no debían penetrar. Afuera del toldo grande los hombres bailaban y tomaban chicha de molle, manzana o calafate.
De noche un cordón de fogones rodeaba el toldo grande y al lado de la puerta de este, hacia fuera, un fogón mayor que los demás que ardía sin cesar. Alrededor de este fogón cuatro indios casi desnudos, pues no llevaban más traje que un ajustado chiripa, la cabeza adornada con largas plumas de avestruz de color natural o pintadas de rojo, dispuestas en forma de corona, colocadas verticalmente, los cañones hacia abajo a cuya altura una vincha de lana roja sujetábalas alrededor de la cabeza, bailaban el típico loncomeo. Los bailarines se reemplazaban constantemente, siempre de a cuatro.
Las mujeres cantaban dentro del toldo grande, mientras el cultrun daba el compás de la bárbara danza. Ningún varón podía aproximarse al toldito dentro del cual era guardada la joven festejada, pero si algún mancebo lograba sacarla de él sin ser descubierto en el momento de realizar su arriesgado y difícil rapto, se le otorgaba la propiedad de la doncella como justo premio a su audacia y habilidad. Si el audaz raptor era tomado in fraganti, se le castigaba.
A la salida del sol del tercer día la fiesta terminaba: el toldo y el toldito se desarmaban. La fiesta se realizaba fuera del toldo paterno. La enfermedad de la joven india indicaba que ésta ya estaba en condiciones de ser tomada por mujer, es decir de la ruka – casa – huecun – el porque del nombre de la fiesta.
Docente: Domingo B. Bonzi
Los Pocitos de Quichaura – Tecka – Chubut – Enero de 1922
Carpeta: Chubut 1 Mallin Grande
El Loncomeo:
Loncomeo: araucano: significa “mover la cabeza”.
Baile araucano, que se realizaba en la fiesta llamada Huecunruca. Se bailaba alrededor de un fogón. Los bailarines eran cuatro hombres. Uno tras de otro, con un continuo movimiento de cabeza y de piernas, daban vueltas alrededor de un fogón. Para este baile, típicamente araucano, se usaba la música del cultrún, especie de tambor que en un invariable redoble, acompañaba los brincos y movimientos de cabeza de los bailarines.
Solamente se bailaba Loncomeo en el Huecunruca.
Usaban los bailarines un traje y adornos especiales. El traje, consistía en un ajustado chiripá y nada más. La cabeza se adornaba con plumas de avestruz de color natural o pintadas de rojo. Se hacia con plumas una especie de diadema, que luego se ceñía alrededor de la cabeza. Las plumas quedaban verticalmente colocadas, los cañones para abajo y la barba para arriba, dando la parte convexa de la pluma para el centro de la cabeza. Las greñas largas que se caían hasta los hombros ceñidas por esta extraña diadema de plumas daba un aspecto feroz a los bailarines. Ya no se baila.
Docente: Domingo B. Bonzi
Los Pocitos de Quichaura – Tecka – Chubut – Enero de 1922
Carpeta: Chubut 1 Mallin Grande
El Parlamento:
Pignllantun: El indio araucano arreglaba el casamiento de sus hijos sin que los futuros esposos perdieran tiempo en filtreos. El indio era más práctico en este sentido.
Cuando el padre de un joven indio creía llegada para éste la edad adecuada para poder tener mujer, llamaba a su hijo y después de hacerle ver la conveniencia que para él había en casarse, le proponía una joven india de la misma tribu. Si el joven consentía el padre invitaba para una fecha dada a un numero de amigos entre los que debía haber uno o dos parlamenteadores, es decir, de lenguaje fácil, un tanto verboso.
La familia de la joven, y esta misma, ignoraban todos estos pasos dados por la otra parte. Reunidos los invitados, varones y mujeres, acampaban en la noche como a una legua del toldo de la elegida. El total de los acampados se llamaba malón. Muy de madrugada se levantaba el campamento y todos menos el pretendiente y dos o tres jóvenes que quedaban cuidando las tropillas, se dirigían sigilosamente al toldo del padre de la muchacha al que rodeaban de a caballo.
Se bajaban y los parlamenteadores adelante penetraban al toldo. Los padres de la muchacha y ésta, como los demás indios que allí hubiera, seguramente se daban cuenta de lo que se trataba. Estos se levantaban, mandaban a encender fuego, y los parlamentadotes hablaban al padre mientras que las indias parlamenteadoras hablaban a la madre de la muchacha.
El arreglo se hacía a un tiempo variable según la resistencia que los padres de la elegida opusieran. Si se convenía el casamiento, el padre de la muchacha debía recibir del novio una yegua que se carneaba enseguida, y dos buenos caballos.
También se le daba estribos de plata, riendas o cabezadas las que debían ir envueltas en un género de chiripá. Completaba el regalo dos yeguas mansas. Al abuelo de la novia, y al abuelo que más estimaba, también se le regalaba un caballo y una yegua. Hecho el trato se mandaba a llamar al pretendiente, quien había quedado cuidando las tropillas y yeguas en el campamento de la noche anterior.
Este arreaba los animales y se dirigía al toldo de la muchacha, donde entregaba los animales prometidos. El novio, u otro amigo o pariente de este enlazaba la yegua para carnear y de allí comían todos en la mayor armonía y tranquilidad. El lazo con el que se había enlazado dicha yegua era tomado en propiedad por un hermano o primo de la novia.
La concurrencia queda un día o dos en la casa de los padres de la novia. La muchacha no puede ser sacada del toldo paterno, sino dentro de un mes. Pero el recién casado lo es desde el primer día y el tal carácter, se queda en el toldo de su suegro hasta cumplir el mes de plazo, llegado el cual se lleva a su mujer al toldo de sus padres. No se baila, ni se canta, ni se grita.
Docente: Domingo B. Bonzi
Los Pocitos de Quichaura – Tecka – Chubut – Enero – 1922
Carpeta: Chubut 1 Mallin Grande
Carlos
Como para ir rompiendo el hielo con nuestros originarios, y así publicando cuestiones que tengan que ver con los verdaderos dueños de estas tierras, en relación a lo que se puede debatir, aportar o abrir nuevos hilos.
En 1921 El Consejo Nacional de Educación convocó a los maestros de las escuelas primarias nacionales de la Ley Láinez (Ley nº 4874) instaladas en las provincias “para recoger el material disperso de prosa, verso y música que constituye el acervo del folklore argentino” con la intención de recabar aspectos de la cultura tradicional oral.
Siguiendo las instrucciones y normas suministradas por el Consejo, los maestros debían reunir en la forma más ordenada y fiel dicho material y remitirlos al Inspector Nacional del que dependiesen.
Se recomendaba explícitamente que la recolección no debía contener ningún elemento “exótico al suelo” como podían ser las canciones y leyendas europeas de reciente transplante a la Argentina como consecuencia de la gran oleada inmigratoria de principios del siglo XX”.
Las respuestas a esta convocatoria conforman varios volúmenes constituidos por manuscritos recopilados en escuelas de todo el territorio nacional. La Colección de Folklore fue catalogada entre 1925 y 1928 por el Instituto de Literatura Argentina de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, bajo la dirección de Ricardo Rojas y es conservada por el Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano desde septiembre de 1951.
En las carpetas correspondientes a la Patagonia, que en aquel momento eran Territorios Nacionales, solo algunos docentes de Chubut han recogido material correspondiente al Pueblo Mapuche. Presentamos aquí algunos de ellos datados entre 1921 y 1922.
Actualmente la totalidad de la colección se encuentra microfilmada, pudiendo ser consultada en la sede del Instituto: 3 de Febrero 1378 – Buenos Aires.
El Huecunruca
Huecunruca: Palabra araucana: significa “fuera de casa”. Le denominaban así a una ceremonia familiar, festiva, de los indios araucanos, hoy en desuso pero de obligada práctica en épocas anteriores, cuando está raza autóctona, libre de todo contacto con la civilización que la subyuga, oprime y la aniquila, imperaba todavía en estos aún hoy lejanos desiertos.
Cuando la joven india se encontraba por primera vez en el momento crítico en que la naturaleza la convertía en mujer, sonaba la hora de esta rara y festiva ceremonia. Para realizarla, se preparaba como a cien metros del ordinario, otro toldo mucho más grande dentro del cual se armaba con matras bordadas un pequeño toldito, con una capacidad suficiente apenas para dar cabida a la araucana doncella, único motivo de la fiesta.
El día anterior al de comienzo de la fiesta, todos los invitados, y sabedoras de ella se reunían en el toldo del padre de la festejada. Al siguiente día, a la salida del sol, era iniciada la fiesta. A esa hora, dos adolescentes indias, parientes de la doncella, sacaban a esta del toldo paterno tomándola una de cada mano y después de conducirla como cien metros mas o menos, del toldo grande preparado especialmente para la fiesta, y de allí, a todo correr, siempre de la mano, la traían y la encerraban dentro del toldito armado con bordadas matras. Allí la dejaban encerrada y custodiada por la madre y mujeres convidadas. Estas guardianas permanecían dentro del toldo grande.
La joven india no podía salir de su bordado encierro y si una necesidad imprescindible así se lo imponía lo hacia acompañada por dos o más de sus cuidadoras. Se la alimentaba lo menos posible, agua, mate y muy poca carne, esta última sin sal. Las mujeres cantaban dentro del toldo grande, donde los hombres no debían penetrar. Afuera del toldo grande los hombres bailaban y tomaban chicha de molle, manzana o calafate.
De noche un cordón de fogones rodeaba el toldo grande y al lado de la puerta de este, hacia fuera, un fogón mayor que los demás que ardía sin cesar. Alrededor de este fogón cuatro indios casi desnudos, pues no llevaban más traje que un ajustado chiripa, la cabeza adornada con largas plumas de avestruz de color natural o pintadas de rojo, dispuestas en forma de corona, colocadas verticalmente, los cañones hacia abajo a cuya altura una vincha de lana roja sujetábalas alrededor de la cabeza, bailaban el típico loncomeo. Los bailarines se reemplazaban constantemente, siempre de a cuatro.
Las mujeres cantaban dentro del toldo grande, mientras el cultrun daba el compás de la bárbara danza. Ningún varón podía aproximarse al toldito dentro del cual era guardada la joven festejada, pero si algún mancebo lograba sacarla de él sin ser descubierto en el momento de realizar su arriesgado y difícil rapto, se le otorgaba la propiedad de la doncella como justo premio a su audacia y habilidad. Si el audaz raptor era tomado in fraganti, se le castigaba.
A la salida del sol del tercer día la fiesta terminaba: el toldo y el toldito se desarmaban. La fiesta se realizaba fuera del toldo paterno. La enfermedad de la joven india indicaba que ésta ya estaba en condiciones de ser tomada por mujer, es decir de la ruka – casa – huecun – el porque del nombre de la fiesta.
Docente: Domingo B. Bonzi
Los Pocitos de Quichaura – Tecka – Chubut – Enero de 1922
Carpeta: Chubut 1 Mallin Grande
El Loncomeo:
Loncomeo: araucano: significa “mover la cabeza”.
Baile araucano, que se realizaba en la fiesta llamada Huecunruca. Se bailaba alrededor de un fogón. Los bailarines eran cuatro hombres. Uno tras de otro, con un continuo movimiento de cabeza y de piernas, daban vueltas alrededor de un fogón. Para este baile, típicamente araucano, se usaba la música del cultrún, especie de tambor que en un invariable redoble, acompañaba los brincos y movimientos de cabeza de los bailarines.
Solamente se bailaba Loncomeo en el Huecunruca.
Usaban los bailarines un traje y adornos especiales. El traje, consistía en un ajustado chiripá y nada más. La cabeza se adornaba con plumas de avestruz de color natural o pintadas de rojo. Se hacia con plumas una especie de diadema, que luego se ceñía alrededor de la cabeza. Las plumas quedaban verticalmente colocadas, los cañones para abajo y la barba para arriba, dando la parte convexa de la pluma para el centro de la cabeza. Las greñas largas que se caían hasta los hombros ceñidas por esta extraña diadema de plumas daba un aspecto feroz a los bailarines. Ya no se baila.
Docente: Domingo B. Bonzi
Los Pocitos de Quichaura – Tecka – Chubut – Enero de 1922
Carpeta: Chubut 1 Mallin Grande
El Parlamento:
Pignllantun: El indio araucano arreglaba el casamiento de sus hijos sin que los futuros esposos perdieran tiempo en filtreos. El indio era más práctico en este sentido.
Cuando el padre de un joven indio creía llegada para éste la edad adecuada para poder tener mujer, llamaba a su hijo y después de hacerle ver la conveniencia que para él había en casarse, le proponía una joven india de la misma tribu. Si el joven consentía el padre invitaba para una fecha dada a un numero de amigos entre los que debía haber uno o dos parlamenteadores, es decir, de lenguaje fácil, un tanto verboso.
La familia de la joven, y esta misma, ignoraban todos estos pasos dados por la otra parte. Reunidos los invitados, varones y mujeres, acampaban en la noche como a una legua del toldo de la elegida. El total de los acampados se llamaba malón. Muy de madrugada se levantaba el campamento y todos menos el pretendiente y dos o tres jóvenes que quedaban cuidando las tropillas, se dirigían sigilosamente al toldo del padre de la muchacha al que rodeaban de a caballo.
Se bajaban y los parlamenteadores adelante penetraban al toldo. Los padres de la muchacha y ésta, como los demás indios que allí hubiera, seguramente se daban cuenta de lo que se trataba. Estos se levantaban, mandaban a encender fuego, y los parlamentadotes hablaban al padre mientras que las indias parlamenteadoras hablaban a la madre de la muchacha.
El arreglo se hacía a un tiempo variable según la resistencia que los padres de la elegida opusieran. Si se convenía el casamiento, el padre de la muchacha debía recibir del novio una yegua que se carneaba enseguida, y dos buenos caballos.
También se le daba estribos de plata, riendas o cabezadas las que debían ir envueltas en un género de chiripá. Completaba el regalo dos yeguas mansas. Al abuelo de la novia, y al abuelo que más estimaba, también se le regalaba un caballo y una yegua. Hecho el trato se mandaba a llamar al pretendiente, quien había quedado cuidando las tropillas y yeguas en el campamento de la noche anterior.
Este arreaba los animales y se dirigía al toldo de la muchacha, donde entregaba los animales prometidos. El novio, u otro amigo o pariente de este enlazaba la yegua para carnear y de allí comían todos en la mayor armonía y tranquilidad. El lazo con el que se había enlazado dicha yegua era tomado en propiedad por un hermano o primo de la novia.
La concurrencia queda un día o dos en la casa de los padres de la novia. La muchacha no puede ser sacada del toldo paterno, sino dentro de un mes. Pero el recién casado lo es desde el primer día y el tal carácter, se queda en el toldo de su suegro hasta cumplir el mes de plazo, llegado el cual se lleva a su mujer al toldo de sus padres. No se baila, ni se canta, ni se grita.
Docente: Domingo B. Bonzi
Los Pocitos de Quichaura – Tecka – Chubut – Enero – 1922
Carpeta: Chubut 1 Mallin Grande
Carlos
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